Éste fue el objetivo principal de mi viaje a Zambia, y que me llamó la atención en gran medida porque se desarrollaba en las cataratas Victoria, situadas entre Zambia y Zimbabwe, y declaradas Patrimonio de la UNESCO. Durante dos semanas desarrollé distintas actividades que intentaré resumir en este post.
Lo primero a tener en cuenta es el equipo de voluntarios que participamos, compuesto por jóvenes procedentes de Francia (4), Italia (1), España (2), Rusia (2), Corea del Sur (3), Alemania (1), Finlandia (1) y Zambia (4). Sin duda uno de los mejores recuerdos que me llevo de esta experiencia es haber compartido tiempo, juegos, trabajo y rutina con ellos:
El proyecto en sí se llamaba Patrimonito y el campamento base estaba en la Palm Groove Basic School, muy cerca de las cataratas. Sin lugar a dudas lo más duro fue adaptarse a las instalaciones, muy básicas: la totalidad de los voluntarios dormíamos en una de las aulas de la escuela vaciada para nosotros, y cada uno debía llevarse su propio saco de dormir, mosquitera y aislante:
La escuela no disponía de agua corriente, ni duchas, ni WC. El único grifo disponible se encontraba a 100 m de nuestro aula, los baños eran letrinas con fosa séptica y la ducha te la tenías que hacer con un barreño (por supuesto, no hablemos de agua caliente). Nuestra “habitación” era la primera que veis en estas fotos (con letras y números pegadas), las otras aulas estaban distribuidas en otros tres bloques:
Los baños y el grifo:
El primer día del campo nos organizamos en 4 grupos que estaban formados por voluntarios de distintos países y que fueron bautizados por distintos nombres: “babboons” (monos de la zona, en el que estaba yo), “pink lions”, “sexy miners” y “brutal warriors”. Cada equipo se encargaba de preparar el desayuno y comida en días alternos (algunas cenas fueron internacionales, y cocinábamos comida típicas de nuestro país de procedencia), y os puedo asegurar que se tarda bastante cuando sólo se tiene carbón y cerillas para cocinar, y en el desayuno el frío de las mañanas africanas se nota mientras esperas que se caliente el agua para hacerte un simple café:
En cuanto al trabajo en sí, constaba de varias partes: el trabajo en la escuela y el que se hacía en las cataratas.
El trabajo en la escuela consistió en pintar unas aulas, que estaban vacías puesto que cuando fuimos los niños disfrutaban de sus vacaciones escolares (de hecho, y aunque pueda parecer raro, eché en falta dar clases a los niños!):
Pero sin duda el trabajo más gratificante, y por el que la mayoría de las personas estábamos allí, era el que se desarrollaba en las cataratas. Como calidad de voluntarios, se nos dio una acreditación gracias a la cual teníamos acceso libre e ilimitado a las mismas, y os puedo asegurar que intenté acercarme a ellas el máximo de días posible durante mi estancia. La primera vez que lo hicimos en grupo como presentación nos encontramos con esto:
El trabajo de las cataratas consistía en varias tareas: recogida de basura, protección de plantas con unas mallas para que los monos no se las comiesen:
Plantación de distintas plantas, a modo de reforestación:
Y lo más duro (al menos para mí): con machete en mano teníamos que cortar unas plantas agresivas que estaban colonizando y destruyendo a otra especie endémica. Debíamos arrancarlas de raíz (las pequeñas) o cortarla por su tallo principal (las grandes) y añadir después un “veneno” que impedía que se regenerasen:
Las plantas en cuestión estaban llenas de pinchos por lo que a la fuerza física se le añaden arañazos varios que te dejaban bastante cansado:
Pero, sin lugar a dudas, todo el esfuerzo compensa ya que compartes la experiencia con personas de enorme calidad humana con las que convives 24 horas al día, y con un fondo natural privilegiado. En resumidas cuentas, una gozada (¡ojo!, no os olvidéis echar una baraja y algún juego de mesa, dan mucho juego):
Por supuesto, tuvimos nuestro momento de “presentación oficial” en un acto público con las autoridades de Livingstone, que nos recibieron con más de media hora de retraso (horarios africanos…) y nos dieron la bienvenida a su país:
El último día del campo fuimos recibidos por la directora de la escuela en un acto en el cual le donamos material escolar que trajimos de nuestros respectivos países:
Y la última noche mi compañero español y yo nos lanzamos a hacer una sangría que hizo las delicias de todo el mundo mientras charlábamos alrededor de un fuego:
Como veis, una experiencia increíble, totalmente recomendable que cambió mi perspectiva de la vida y que me fortaleció enormemente como persona.
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